viernes, 22 de agosto de 2008

TESTIMONIO de Andrew Murray

Testimonio personal de Andrew Murray
Dado en la Convención de Keswick, en 1895

Encontramos las siguientes palabras en el Salmo 78:34: “Si los hacía morir, entonces buscaban a Dios”. Cuando me pidieron que diera mi testimonio, yo dije que tenía dudas en cuanto a su conveniencia. Todos sabemos cuán útil es el testimonio de un hombre que pueda decir: “Allí estaba yo; me arrodillé y Dios me ayudó y así entré a una vida mejor”. Sin embargo, yo no puedo decir tal cosa, aunque sé cuánta bendición me han traído con frecuencia tales testimonios para el fortalecimiento de mi propia fe. Quienes deseaban que yo hablase, me dieron esta respuesta: “Tal vez existan muchos en Keswick para quienes un testimonio acerca de una vida de grandes luchas y dificultades sea útil.” Yo respondí: “Si fuere así, déjenme contar, para la gloria de Dios, cómo él me ha conducido.”

Algunos de ustedes habrán oído cómo he hecho énfasis en las dos etapas de la vida cristiana, y del paso de una a la otra. Los primeros diez años de mi vida espiritual los pasé abiertamente en la etapa inferior. Yo era un ministro muy celoso, serio y feliz como ningún otro, en lo tocante al amor por el trabajo. Sin embargo, mi corazón ardía con una insatisfacción e inquietud inexpresables. ¿Por qué? Yo nunca había aprendido, a pesar de mi teología, que la obediencia era posible. Mi justificación por la fe era tan clara como la luz del día. Yo sabía la hora en que recibí de Dios la alegría del perdón.

Recuerdo que en mi pequeño cuarto en Bloemfontein, yo acostumbraba a sentarme y pensar: “¿Cuál es el problema? Aquí estoy yo, consciente de que Dios me justificó en la sangre de Cristo, pero no tengo poder para el servicio”. Mis pensamientos, mis palabras, mis acciones, mi infidelidad – todo me preocupaba. Aunque a mi alrededor todos pensaban que yo era uno de los hombres más consagrados, mi vida estaba llena de la más profunda insatisfacción. Yo luchaba y oraba lo mejor que podía.

Cierto día estaba conversando con un misionero. No creo que él mismo supiese mucho sobre el poder de la santificación – él lo habría admitido. Cuando estábamos conversando, al notar mi sinceridad, él dijo: “Hermano, recuerde que cuando Dios pone un deseo en el corazón, él lo cumple”. Eso me ayudó; pensé en esas palabras más de cien veces. Quiero decirles lo mismo a ustedes que están arrastrándose y luchando en el pantano del desamparo y la duda. El deseo que Dios ponga en sus corazones, él lo cumplirá.

Dios le mostrará su lugar

Yo fui grandemente ayudado en esa época leyendo un libro titulado “Parábolas de la naturaleza”. Una de esas parábolas muestra que después de la creación de la tierra, un cierto día se encontraron un grupo de grillos. Uno de ellos comenzó a decir: “Oh, me siento tan feliz. Durante algún tiempo estuve saltando en busca de un lugar donde morar, pero no encontraba nada que me sirviese. Finalmente me metí dentro de la corteza de un viejo árbol y concluí que ése era el lugar ideal para mí.” Otro dijo: “Yo estuve allá un tiempo, pero no me gustó (era un grillo de campo). Finalmente, me subí a una alta mata de hierba y cuando estaba agarrado a ella y balanceándome al viento, sentí que aquél era el lugar para mí”. Entonces un tercer grillo declaró: “Bien, yo probé con la corteza del viejo árbol y también con la mata de hierba, pero siento que Dios no hizo un lugar para mí y me siento infeliz.”

Entonces la anciana mamá-grillo habló: “Mi hijo: no hable así. Su Creador nunca hizo a alguien sin preparar un lugar para él. Espere y usted lo hallará a su debido tiempo.” Algún tiempo después los mismos grillos se encontraron de nuevo y comenzaron a conversar. La anciana madre dijo: “Ahora hijo mío, ¿qué cuenta usted?”. El grillo respondió: “Lo que la señora dijo aquella vez era verdad. ¿Se acuerdan ustedes de aquellas personas extrañas que estaban aquí? Construyeron una casa e hicieron su hogar, y ¿saben qué? cuando me introduje allí, cerca del fuego, me sentí calentito y descubrí que ese era el lugar que Dios había hecho para mí”.

Esa pequeña parábola me ayudó muchísimo. Si alguien está diciendo que Dios no tiene un lugar para él, confíe en el Señor y espere; Él le ayudará y le mostrará su lugar. Usted sabe cómo Dios guió a Israel durante los cuarenta años en el desierto; así también fue mi tiempo por el desierto. Yo estaba sirviendo al Señor de todo corazón; sin embargo, frecuentemente todo oscurecía y mi corazón clamaba: “Estoy pecando contra el Dios que me ama tanto”.

Así el Señor me guió hasta completar once o doce años en Bloem-fontein. Después me llevó a otra congregación, en Worcester, más o menos en la época en que el Espíritu Santo de Dios estaba siendo derramado en América, Escocia e Irlanda. En 1860, cuando yo completaba seis meses en esa congregación, Dios derramó su Espíritu en respuesta a mi predicación, especialmente cuando yo viajaba de un lado a otro del país, y recibí una bendición indescriptible. La primera edición holandesa de mi libro “Permaneced en Cristo” fue escrita en aquella época. Sería bueno mencionar que un ministro o autor cristiano puede frecuentemente ser llevado a decir más de lo que ha experimentado.

En ese entonces yo no había experimentado todo lo que escribí. No puedo decir que lo he experimentado todo perfectamente, ni siquiera ahora mismo. Pero si fuéremos sinceros al buscar, confiando en Dios en todas las circunstancias y recibiendo siempre la verdad, Él hará que ella permanezca en nuestros corazones. Pero permítanme advertirles a no hallar mucha satisfacción en sus propios pensamientos o en los pensamientos de otros. Los más profundos y más hermosos pensamientos no pueden alimentar el alma, a menos que usted vaya a Dios y deje que Él le conceda realidad y fe.

Buscando y recibiendo

Dios me ayudó, y durante siete u ocho años seguí adelante, siempre investigando y buscando, pero también siempre recibiendo. Lo que queremos es confiar más en Dios. Él me ayudó a confiar en él, en las tinieblas y en la luz. Después, en 1870, vino el gran Movimiento de Santidad. Las cartas que aparecieron en la revista “El Despertar Espiritual” me tocaron profundamente, y estuve en comunión íntima con lo que sucedió en Oxford y Brighton, y todo eso me ayudó.

Si he de hablar sobre mi consagración, tal vez pudiese contar sobre una noche en mi escritorio en Ciudad de El Cabo. Sin embargo, no puedo decir que eso fuera mi liberación, porque yo todavía estaba luchando. Yo diría que lo que nosotros necesitamos es la obediencia completa. No seamos como Saúl, que después de haber sido ungido, falló en el caso de Agag, en aceptar el juicio máximo de Dios contra el pecado.

Más tarde, mi mente se concentró mucho en el bautismo del Espíritu Santo, y me entregué a Dios tan completamente como pude, para recibir este bautismo del Espíritu. Pero todavía me sentía un fracasado; que Dios me perdone por eso. De alguna forma, era como si yo no pudiese conseguir lo que quería. A través de todos estos tropiezos, Dios me condujo, sin ninguna experiencia especial que pueda mencionar. Pero ahora, cuando miro hacia atrás, creo que Él me estaba dando más y más de su bendito Espíritu, si lo hubiese yo sabido mejor.

Últimas enseñanzas

Tal vez mi ayuda a ustedes sea mayor si yo no hablase de alguna experiencia en especial, sino de lo que Dios me ha dado ahora en contraste con los diez primeros años de mi vida cristiana.

En primer lugar, he aprendido a presentarme delante de Dios cada día, como un vaso listo para ser llenado de su Espíritu Santo. Él me ha llenado de la bendita seguridad de que, como eterno Dios, ha asegurado su propia obra en mí. Si existe una lección que estoy aprendiendo día a día es ésta: que Dios es quien obra todo en todos. ¡Oh, si yo pudiese ayudar a cada hermano o hermana a comprender eso! Voy a decirles dónde ustedes probablemente están fallando: Todavía no creen de todo corazón que Él está desarrollando su salvación en ustedes. Ustedes pueden dar fe de que si un pintor comienza una pintura, él debe saber cómo va cada tonalidad y cada toque en el lienzo. Asimismo, ustedes dan fe que si un carpintero fabrica una mesa o un banco, él sabe cómo hacer su trabajo. Pero ustedes no creen que el Dios eterno esté formando la imagen de su Hijo en ustedes, como cualquier hermana aquí haría una labor de fantasía o adorno siguiendo el modelo en cada detalle.

Piense en esto: “¿No podrá Dios obrar en mí el objeto de su amor?”. Esta labor debe ser perfecta, cada punto necesita estar en su lugar. Así que, recuerde: ningún minuto de su vida debe pasar sin Dios. No creemos en eso; más bien queremos que Dios aparezca de vez en cuando – por ejemplo, por la mañana; y después pasamos dos o tres horas por nuestra cuenta, y entonces Él puede aparecer de nuevo. ¡No! Dios debe ser, en cada momento, aquel que trabaja en su alma.

Una vez estaba predicando, y vino una señora a hablar conmigo. Era una mujer muy religiosa, y yo le pregunté: “¿Cómo le va?”. Su respuesta fue: “Ay, como siempre, a veces luz, a veces tinieblas”. “Mi querida hermana, ¿dónde encontramos eso en la Biblia?”. Ella dijo: “Tenemos el día y la noche en la naturaleza, y así exactamente ocurre con nuestras almas”. “¡No, no! En la Biblia nosotros leemos: ‘Tu sol no se pondrá jamás’. Déjeme creer que soy hijo de Dios, y que el Padre, en Cristo, a través del Espíritu Santo, puso su amor en mí y puedo habitar en su presencia, no sólo esporádicamente, sino permanentemente. El velo fue rasgado; el lugar Santísimo fue abierto. Por la gracia de mi Dios, debo hacer de ese lugar mi habitación, y allí mi Dios me va a enseñar lo que yo nunca podría haber aprendido mientras estuve al lado de afuera. Mi hogar es siempre el amor constante del Padre que está en los cielos.

Sólo el comienzo

Ustedes me preguntarán: “¿Usted está satisfecho? ¿Consiguió todo lo que quería?”. ¡Dios no permita tal cosa! Con el sentimiento más profundo de mi alma puedo decir que estoy satisfecho con Jesús ahora, pero existe también la conciencia de cuánto más plena puede ser la revelación de la excelente grandeza de Su gracia. Nunca dudemos en decir: “Esto es sólo el comienzo”. cuando somos llevados para adentro del lugar Santísimo, estamos apenas comenzando a ocupar nuestra posición correcta con el Padre.

Que Dios nos muestre nuestra propia insignificancia y nos transforme a la imagen de su Hijo, ayudándonos para salir y ser una bendición para nuestros semejantes. Confiemos en Él y alabémoslo, aun estando conscientes de nuestra completa indignidad, conociendo nuestro fracaso y nuestra tendencia pecaminosa. De todas maneras, creamos que nuestro Dios se complace en habitar en nosotros y esperemos incesantemente Su gracia aún más abundante

VUELVE ESPIRITU SANTO A TU IGLESIA

Espíritu Santo, vuelve a tu iglesia
Por David Wilkerson


Cuando Dios engendro su iglesia, el derramo de su Espíritu Santo sobre ella. El la bautizo en el Espíritu Santo, la lleno con el Espíritu, y la ungió con el Espíritu. Y dondequiera que el Espíritu de Dios está presente, hay pruebas o evidencias claras. Pero si estas evidencias no se ven, entonces el Espíritu Santo no está presente.

Mi pregunta es la siguiente, ¿Muestra la iglesia moderna estas evidencias? ¿Lo muestra tu iglesia? ¿Esta moviéndose en el poder del Espíritu Santo? Además, ¿muestra tu vida estas evidencias? ¿Estas viviendo y caminando en la plenitud del Espíritu?

Joel profetizo que cuando el Espíritu llegara, una evidencia de su presencia seria enseñanza profética. Joel describió esto como un tiempo excitante cuando creyentes mayores tendrían sueños espirituales y los jóvenes recibiría visiones. El pueblo de Dios experimentaría maravillosas liberaciones, y lo seguiría una gran cosecha de almas.

El profeta Isaías también describió lo que sucede cuando el Espíritu Santo cae sobre un pueblo. Él profetiza: “hasta que sobre nosotros sea derramado el espíritu de lo alto. Entonces el desierto se convertirá en campo fértil y el campo fértil será como un bosque.” (Isaías 32:15).

Isaías esta diciendo: “Cuando venga el Espíritu Santo, lo que una vez fue un desierto estéril se convierte en un campo fértil. Una porción de tierra muerta de repente reboza con frutos. Y esta no es una cosecha temporera. Ese campo de frutos crecerá en un bosque. Y podrás sacar cortes de este bosque año tras año, y aumentara tu fruto continuamente.”

Isaías añade: “Habitará el juicio en el desierto y en el campo fértil morará la justicia.” (32:16). Según el profeta, el Espíritu Santo también trae consigo un mensaje de juicio contra el pecado. Y ese mensaje produce rectitud en el pueblo.

De repente, la predica del ministro cambia. Ya no se conforma con un sermón muerto o seco. Al contrario, predica la Palabra pura de Dios, y el mensaje es encendido con convicción. Ahora, el pueblo soñoliento se da cuenta: “Esto tiene la unción del Espíritu Santo. Puedo traer a mis amistades deslizadas, y puedo estar seguro que el Espíritu le hablara a sus corazones.”

Ahora, el Espíritu Santo siempre comienza su obra en el pulpito. Si el juicio comienza en la casa de Dios, es solo correcto que el Señor comience su obra con sus pastores. Él trata amorosamente con ellos, convenciéndolos de cada ídolo, cada lujuria carnal, cada medida del yo que se exalta contra el conocimiento de Dios. Ciertamente, esa es la obra del Espíritu: convencer de pecado, justicia y juicio.

Aun así, Isaías no esta refiriéndose a un solo derramar del Espíritu, lo que algunos piensan que es un “avivamiento.” Isaías esta describiendo algo que permanece. Estudios por sociólogos cristianos muestra que la mayoría de los avivamientos del presente dura por lo menos cinco años y dejan mucha confusión y disensión. Conozco iglesias donde los tal llamados avivamientos tomaron lugar, pero ahora, dentro de pocos años, no queda señal del Espíritu. Esas iglesias están muertas, secas y vacías. Casas que una vez tenían 1,000 ahora son tumbas cavernosas, solamente con cincuenta personas en asistencia.

Sin embargo, también conozco iglesias donde el Espíritu fue derramado cincuenta años atrás, y Dios aun obra poderosamente allí hoy. Esta es la obra del Espíritu que Isaías describe.


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Una vez que el Espíritu se va o es levantado
de una iglesia, ya no hay freno.


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Ya no hay un clamor contra la carne y la necedad que infiltra la casa de Dios. Vemos esto en una carta que recibí de un pastor dedicado quien sirve en una de las más grandes denominaciones protestantes. Él gime sobre lo que tomo lugar en la conferencia anual de su denominación:

“Votamos apoyando el aborto parcial, aun cuando el Congreso de los Estados Unidos ha votado en contra. Que tristeza cuando el Congreso es más piadoso que una iglesia.

“Nuestro nuevo moderador, quien va a servir como portavoz por los próximos dos años, abiertamente apoya la ordenación de homosexuales y lesbianas, y es, de hecho, de una congregación ‘más iluminada’ (llamada así porque ellos creen que tienen ‘mas luz’ que los demás sobre el asunto de homosexualidad). Como ministro en esta denominación, ahora me permiten bendecir uniones del mismo sexo. ¿Cómo puedo bendecir a aquello que Dios llama perverso?

“Votamos sobre si debemos quitar de nuestra constitución el lenguaje que prohíbe la ordenación de homosexuales que afirman y practican esa vida. Gracias, que ese voto no pasó, pero el voto estuvo a 259-255 – solo cuatro votos de abominación total. Las iglesias ‘más luz’ están regocijándose porque creen que en la próxima asamblea – en 2006 – el voto para ordenar a homosexuales pasara. Creo que tienen razón.

“¡Dios tenga misericordia de nosotros!”

Este hombre se ve forzado a abandonar su denominación, porque parece que el Espíritu Santo fue levantado. Ya no hay una fuerza que frene el pecado o la carne, así que todo es valido. Y todo el infierno abre paso.

Cuando el Espíritu Santo viene, su primera obra es limpiar su iglesia. Él quita cualquier cosa que frena el fluir del Espíritu de Dios. Y eso significa limpia a cada individuo. Toda carne es echada fuera. Los chismosos y otros que tienen una lengua amarga contra lo piadoso son expuestos. Aquellos que mienten y acusan falsamente a los demás son aislados y obligados a enfrentar la verdad. Pronto, aquellos que causan conflictos viven bajo una nube oscura creadas por ellos mismos.

Así sucedió en Pentecostés, cuando llegó el Espíritu. La Escritura dice que cuando Pedro comenzó a predicar con la unción del Espíritu, los corazones de las personas fueron tocados. Ellos preguntaron: “¿Qué debemos hacer para ser salvos?” Miles vinieron a Cristo ese día. No necesitaron ser convencidos a través de bombo o entretenimiento profesional. No, ellos reconocieron su pecado y querían ser libres.

Y aquellos que no enfrentaban su pecado oculto eran expuestos. De hecho, una pareja – Ananías y Safira – pagaron con su vida por su engaño. Puedes salirte con la tuya con pecado oculta en iglesias muertas y secas, pero no puedes en una iglesia donde el Espíritu Santo está presente.

Ves, el Espíritu Santo es también el administrador de la paz de Cristo. Él proporciona paz tanto al pulpito como a los bancos. Sin embargo, no puede haber paz sin rectitud. Isaías sigue su profecía de la siguiente manera: “El efecto de la justicia será la paz y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre. Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras y en lugares de reposo.” (Isaías 32:17-18).

La paz viene porque la rectitud o justicia esta obrando. El Espíritu Santo esta ocupado sacando toda inquietud, perturbación y condenación. Lo que sigue es paz mental, paz en el hogar, y paz en la casa de Dios. Y cuando el pueblo de Dios tiene la paz de Cristo, no son fácilmente movidos de ella: “Cuando caerá granizo en los montes y la ciudad será del todo abatida. ¡Dichosos vosotros, los que sembráis junto a todas las aguas y dejáis sueltos al buey y al asno!” (32:19-20).

La profecía de Isaías acerca del Espíritu Santo fue dirigida a Israel durante el reinado de Uzias. Pero también se aplica al pueblo de Dios hoy en día. Es conocida como una doble profecía. El hecho es, cada generación necesita un derramamiento del Espíritu Santo. Y yo creo que la iglesia hoy no ha visto nada comparado con lo que el Espíritu Santo quiere hacer.


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Isaías nos muestra lo que sucede cuando
el Espíritu Santo se ha apartado.


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También hay evidencias claras cuando el Espíritu no está presente o no ha sido derramado. Isaías describe estas terribles condiciones: “De aquí a algo más de un año tendréis espanto,… porque la vendimia faltará y no llegará la cosecha. ¡Temblad,… turbaos,… lamentarán por los campos deleitosos, por las viñas fértiles! Sobre la tierra de mi pueblo subirán espinos y cardos, y aun sobre todas las casasen que hay alegría en la ciudad alegre.” (Isaías 32:10-13).

En otras palabras: “Tu vida no será fructífera. Tu familia, tu iglesia, tus relaciones se estancaran espiritualmente. ¡Despierta! Necesitas que el Espíritu Santo regrese.”

¿Cuáles son los espinos y cardos que Isaías describe aquí? Significan vacío, sequía, decepción. Tales tiempos vienen a menudo en forma de congregantes impíos que se levantan y crean estragos. Por todo el mundo, en nuestras reuniones de ministros, mi equipo y yo nos reunimos con cientos de pastores quienes testifican de tales espinos. Hablan de ser afligidos en el espíritu por algún individuo o camarilla quienes creen ser la autoridad espiritual.

Estos espinos indomables, indisciplinados, continuamente comenzando caos. Ellos han perseguido a cada pastor que ha servido en su iglesia, acosándolos y regando chisme. Ellos piensan que el ministro debe ser pobre, trabajando como un esclavo. Y terminan asustando a cada nuevo convertido. La iglesia se mantiene pequeña por sus constantes perturbaciones.

Como resultado, muchos pastores están listos para darse por vencidos. No ven ningún fruto en su ministerio, y ahora están cansados, hastiados, gastados hasta la nada. Sus esposas han visto cuan deprimidos se han puesto, como han perdido el animo. Así que los animan, “Cariño, por favor deja el pastorado. Tú no tienes que soportar esta clase de presión. Hasta un trabajo secular seria mejor que esto.”

Ya, iglesias alrededor del mundo están cerrando por docenas al día. Cuando nuestro ministerio estuvo en Inglaterra el año pasado, doce edificios de iglesias grandes fueran “de-santificados” queriendo decir que sus puertas fueron cerradas para siempre. Algunas fueron vendidas para convertirlas en clubes nocturnos. Una hasta fue vendida a un grupo ocultista, para convertirla en un museo de lo oculto.

Las personas ‘espinosas’ que contribuyen a esta tragedia son como los padres israelitas que salieron de Egipto. Aquellos hombres indomables seguían levantándose contra la autoridad de Moisés. Y con el tiempo no pudieron ser salvos, a causa de sus desvergonzadas murmuraciones y quejas. Dios también advirtió a Israel: “Pero si no echáis a los habitantes del país de delante de vosotros, sucederá que los que de ellos dejéis serán como aguijones en vuestros ojos y como espinas en vuestros costados, y os afligirán en la tierra sobre la que vais a habitar.” (Números 33:55).

La verdad es, tales personas no se pueden cambiar. Vivirán y morirán en el desierto de desesperación y confusión, tal como hicieron en Israel. Sus corazones, simplemente, se endurecen más y más, hasta que llegar a estar totalmente resistentes al Espíritu Santo.

Ahora mismo, yo creo que la iglesia de Jesucristo necesita una limpieza interna. Y ningún predicador o evangelista tiene el poder para limpiar la casa. No se puede hacer a través de carisma, poder o habilidades. No, lo último que la iglesia necesita es otra cosa hecha por el hombre, o un juego de libros, o una lista de métodos para motivar a una congregación muerta. Esas cosas llegan a ser lo que los profetas llamaron “ir a Egipto por ayuda…confiando en el brazo de la carne.”

El limpiar la casa de Dios es obra solo del Espíritu Santo. Y cuando el viene, su obra es completa, desde arriba hasta abajo, desde el pulpito a los bancos. No importa cuan grande sea la iglesia; puede enumerar entre los miles. El hecho es, si esa iglesia no esta llena con la rectitud del Espíritu Santo – si no hay un ministro lleno del Espíritu en el pulpito, si el pecado no es denunciado y dejado, si no hay un altar de arrepentimiento – solo habrá vacío. Esa iglesia es una casa de muerte.

Como pastor, tengo que reconocer que es posible para mí permitir que el Espíritu Santo gotee de mi alma. Preguntas, “¿gotee?” Si, el Espíritu Santo habita en nosotros como un pozo de agua viva. Y si mi corazón no esta en reposo – si me desanimo y pierdo mi paz, si me plazco en introspección, si permito que sentimientos de fracaso permanezcan en mi espíritu, si entretengo pensamientos de abandonar el ministro a causa de dificultades – entonces yo sé que permití que el agua viviente del Espíritu gotee fuera de mi vida.

A veces, te preguntaras, “¿Por qué mi alma esta turbada? ¿Por qué estoy tan desanimado? ¿Por qué tengo todos estos temores?” Debes saber, que eso es siempre un asunto del Espíritu Santo. Como dice Isaías, cuando el Espíritu Santo es derramado, el resultado es paz. Y si ese efecto no está presente – si aun hay tumulto – entonces tenemos que mirar en nuestro propio corazones. Isaías muestra claramente que todo problema, infructuosidad y desesperación son de la falta de apropiarse del poder del Espíritu Santo.


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¿Por qué el Espíritu Santo no fue derramado sobre este pueblo?


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Nuevamente, Isaías nos lo dice como es. Él dice que el Espíritu no fue derramado a causa del descuido y comodidad de Israel. En resumen, el problema fue vagancia espiritual. “¡Mujeres indolentes, levantaos! ¡Oíd mi voz, hijas confiadas, escuchad mi razón!” (Isaías 32:9).

La frase, “Ustedes mujeres” [en ingles] en realidad se refieren a toda la congregación. Esta metáfora aparece a través de las Escrituras: Cantares de Salomón se refiere a los escogidos de Dios como “hijas de Jerusalén.” El Salmo 45:13 habla de Israel como “la hija del rey.” En otra parte del Antiguo Testamento la frase “hijas de Sión” es usada. Y por supuesto, en el Nuevo Testamento, la iglesia es conocida como la “novia de Cristo.”

Dos veces Dios advierte a Israel acerca de estar cómodos. Primero leemos, “¡Mujeres indolentes, levantaos! ¡Oíd mi voz, hijas confiadas,…!” Luego Isaías añade, ¡Temblad, indolentes; turbaos, confiadas!…” (Isaías 32:11). La palabra hebrea para indolente aquí significa “audaz, confiada.” Lo que sé esta diciendo aquí es, “Levántate de tu comodidad, O creyente. Eres audaz en tu pecado. Estas tan confiado en ti mismo que te has convertido en un vago espiritualmente. ¡Sacúdete de este estado de descuido!”

Mientras miro alrededor de la iglesia hoy, veo multitudes de creyentes recostados en camas de confianza propia. Ellos desprecian los mensajes proféticos y cierran sus oídos a toda advertencia a despertar. Tales creyentes están durmiendo en la misma hora de la media noche.

Amos escribe, “¡Ay de los que reposan en Sión y de los que confían en el monte de Samaria…! ¡Vosotros, que creéis alejar el día malo, acercáis el reino de la maldad! Duermen en camas de marfil y reposan sobre sus lechos; comen… gorjean al son de la… musicales,… beben vino en tazones y se ungen con los perfumes más preciosos, pero no se afligen por el quebrantamiento de José.” (Amos 6:1, 3-6).

Cuando Isaías escribe, ¡Temblad, indolentes; turbaos…,!” la palabra para turbaos significa “temblar con temor.” Dios les esta hablando a iglesias muertas aquí. Les esta advirtiendo que perdieron el Espíritu. Más bien, se convirtieron en iglesias que se mueven en la carne, no sirviéndole a la gente pan o agua viva sino paja y rastrojo. Les encanta el entretenimiento, así que no quieren un profeta en sus medios. Están más interesados en los números que en el arrepentimiento y la rectitud.

Amados, la advertencia de Isaías nunca fue tan relevante como ahora mismo. Siento una turbación divina en mi alma, a causa de lo que veo que esta por venir. Todo lo que va a tomar será una sola bomba terrorista, matando cientos o quizás cientos de miles. Y en una hora, el mundo entero estará en pánico.

No lo queremos escuchar, pero hasta los líderes mundiales están advirtiendo acerca de esta probabilidad. Algunos expertos dicen que la situación no es un asunto de “sí” sino de “cuando.” Pronto, las propias palabras proféticas de Jesús se cumplirán ante nuestros ojos, mientras los corazones de los hombres les fallaran a causa del temor. ¿Cuántos sufrirán ataques al corazón mientras los mercados mundiales caen… mientras multitudes llenan las carreteras, huyendo a las montañas y los desiertos… mientras que los lideres mundiales tiemblan y se esconden en sus escondites… mientras millones de jóvenes corren salvajes por las calles, totalmente desenfrenados, porque están convencidos que morirán mañana?

En cierto tiempo, muchos cristianos protestarían sobre esta clase de predicación, gritando, “Para, no podemos con esto. Es demasiado molesto. Danos un mensaje positivo.” Yo creo que esos mismos cristianos gritarían, “¡Imposible! Si yo me parara ante ellos en Agosto del 2001 y declarara, “En una sola hora, las Torres Gemelas caerán, derrumbadas por dos terroristas. Miles morirán, y el mundo entero llorara.” Me acusarían, “¡Estas tratando de asustarnos!”

Esta programado para predicar en España este mes. Si hubiese visitado ese país unos cuantos años atrás, y profetizaría que cientos morirían a causa de un bombardeo terrorista de un tren, pocos me hubieran creído. Trato de imaginarme predicando en Rusia el año pasado, y diciendo que esa nación lloraría porque cientos de niños escolares serian asesinados por terroristas que lo tomaron como rehenes. Tal mensaje sonaría increíble.

La verdad es, que ya tuvimos un vistazo de lo que viene, en Florida y en el Sur durante esos horribles huracanes. Todos los caminos al Sur fueron cerrados, mientras que carriles hacia el norte estaban atorados con millones tratando de huir de una naturaleza salvaje. Estaciones de servicio de gasolina cerraron pronto por falta de gas, y los hoteles estaban llenos. La gente terminó solo conduciendo, sin lugar donde ir. El daño en esa región esta estimado en los billones de dólares.

La profecía de Isaías advierte, “Cuando caerá granizo en los montes y la ciudad será del todo abatida.” (Isaías 32:19). En resumen, estas catástrofes atmosféricas son los avisos de Dios. Él gobierna y reina sobre las fuerzas de la naturaleza. Y nunca en la historia él ha traído juicio sobre un pueblo sin enviarles advertencia tras advertencia, en amor.

¿Cómo debemos prepararnos para las cosas terribles por venir? Con arrepentimiento, según Isaías: “¡Mujeres indolentes, levantaos! ¡Oíd mi voz, hijas confiadas, escuchad mi razón! De aquí a algo más de un año tendréis espanto, mujeres confiadas; porque la vendimia faltará y no llegará la cosecha. ¡Temblad, indolentes; turbaos, confiadas! …. Golpeándose el pecho lamentarán…” (32:9-12).


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En esa hora terrible cuando todo lo que
puede ser sacudido será sacudido,
¿dónde estará la iglesia?


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¿Dónde estarán los pastores que han estado encerrados con Dios? ¿Dónde encontraremos pastores encendidos con el Espíritu Santo, hombres que puedan ofrecer esperanza y arrepentimiento?

¿Dónde podrán encontrar las multitudes que huyen iglesias que ofrezcan un lugar de refugio, donde el Espíritu Santo los calme con verdad? En tales iglesias, nadie estará chismoseando o enfocado en las cosas insignificantes de la vida. Nadie descuidara su caminar con Jesús. Nadie hablara acerca del crecimiento de la iglesia, o saldrá a los teatros a sentarse con los escarnecedores recibiendo suciedad. No, solo habrá un asunto para cada pastor y laico en tales iglesias: “¿Tengo un suministro del Espíritu Santo dentro de mí? ¿Tengo su provisión para ministrar a otros a mí alrededor que están enloquecidos por el temor?”

Así, ¿cómo podemos prepararnos los ministros? ¿Qué deben hacer las congregaciones? Isaías nos dice que no puede haber esperanza, ni cosecha futura, ni fruto, “hasta que sobre nosotros sea derramado el espíritu de lo alto.” (Isaías 32:15). Cada iglesia, cada ministerio, cada pastor, y cada creyente debe experimentar un derramamiento del Espíritu antes que lleguen los juicios venideros.

Permíteme recordarte las palabras de Isaías: “Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras y en lugares de reposo.” (32:18). Dondequiera que el Espíritu es derramado, hay paz, quietud, seguridad. Sí, vendrá un tiempo de violencia, terror, pánico y desesperación de las naciones. Pero en esa hora, Dios tendrá pastores y un pueblo santo quienes le buscan por un suministro fresco del Espíritu Santo. Esta gente ya esta adorándole en verdad, y confiando en el por un Pentecostés personal. De sus vidas fluirán ríos de agua viva.

Ciertamente, mientras las fuerzas destructivas de la naturaleza son desatadas, y nuestros lugares de orgullo y comercio son humillados, el Espíritu será derramado de lo alto. Pero este derramamiento solo caerá sobre aquellos quienes oran. Vendrá solo sobre aquellos que tiemblan a la Palabra de Dios, quienes se levantan de su sueño, quienes se deshacen de toda confianza en la carne, y buscan que les sea dados un espíritu quebrantado y un corazón contrito.

Además, las Escrituras nos dicen que el Espíritu Santo es dado solo a aquellos que lo piden en fe. Te pregunto: ¿Has sido lleno del Espíritu Santo? ¿Has vivido, caminado y movido en el Espíritu? No importa cuan prospera parezca ser tu iglesia, o cuan exitosa parezca tu vida. Aun si puedes contestar con si a todas estas preguntas, tu suministro del Espíritu siempre debe ser renovado. Pablo habla de su propia “… suministración del Espíritu de Jesucristo,” y les pide a los Filipenses “por vuestra oración… ” (Filipenses 1:19).

Doy gracias a Dios por todos los pastores y las iglesias hoy que no han perdido el Espíritu. Estoy agradecido por cada hombre y mujer quienes están encendidos con el Espíritu Santo, por cada iglesia encendida que esta dando vida. Pero, trágicamente, quedan tan pocos. Mi corazón gime, “O, Señor, O, Espíritu Santo, vuelve a tu iglesia. Vuelve y quita toda la necedad. Vuelve y tócanos con una pasión ardiente por Cristo. Vuelve y limpia todos los esquemas y los planes de los hombres. Cierra todos los programas religiosos carnales y los medios que deshonran tu nombre.

“Y Espíritu Santo, conmueve mi alma. Atráeme a la habitación secreta de oración contigo. Que no haya más oraciones apresuradas para mí. Enséñame a esperar en ti, a gemir, a no rendirme hasta que llenes por completo. Y dame la paz que prometiste. Dame tu reposo callado y la seguridad que tu estarás con nosotros pase lo pase.” Isaías nos deja con estas buenas nuevas: “Ahora pues, oye, Jacob, siervo mío, Israel, a quien yo escogí: Así dice Jehová, Hacedor tuyo y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo mío Jacob, tú, Jesurún, a quien yo escogí.” (Isaías 44:1-2).

Finalmente, Judas nos asegura: “Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo; los que os decían: ‘En el último tiempo habrá burladores que andarán según sus malvados deseos.’ Estos son los que causan divisiones, viven sensualmente y no tienen al Espíritu. Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.” (Judas 17-21).

lunes, 11 de agosto de 2008

LA ORACION UNA NECESIDAD VITAL

LA ORACION: UNA NECESIDAD VITAL DEL HOMBRE
Por Guillermo Ávila




Gen.1:26 Entonces dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.”
Juan 1:3 “Todas las cosas por medio de él fueron hechas, y sin el nada de lo que ha sido hecho fue hecho. En el estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”
Col.1:16b “Todo fue creado por medio de el y para el, y el es antes de todas las cosas, y todas las cosas en el subsisten”

El hombre fue creado para Dios, y por esta razón el hombre tiene en su corazón la necesidad de establecer una relación con el. Dios es espíritu y el hombre a diferencia de todas las demás criaturas fue creado espíritu, alma y cuerpo para poder tener comunión en su espíritu con su creador, y de esa manera conocer a su creador y conocer el propósito creador para el...

En el huerto el hombre tenia esa comunicación con Dios, conoció su voluntad aunque la desobedeció.

Dios creo al hombre con propósito y en esa relación debía conocerlo y llegar a realizarlo para su propia satisfacción y gloria de Dios. La perdida de esa relación por su desobediencia y la frustración del diseño divino en el, hace brotar desde su interior un grito interrogante ¿Quién soy? ¿Para que vivo? ¿Para donde voy?
Ecles.3:11 “y a puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”
   
El hombre lleva impreso en si mismo la necesidad de reconocer e inclinarse ante un ser superior, ello explica la religiosidad del hombre en sus condiciones mas apartadas de la humanidad, su religiosidad e inclinación a adorar algo o alguien.

Esta necesidad nace en el espíritu del hombre y solamente puede ser satisfecha en el ámbito espiritual, y la falta de espiritualidad lo hace buscar en las actividades físicas e intelectuales la respuesta a su insatisfacción espiritual, su falta de espiritualidad le hace ignorar los principios básico de relacionamiento y desarrollo de las distintas realidades de la vida (trabajo, familia, hijos etc.) experimentando el fracaso y la frustración que muchas veces lo lleva a esclavizarse a los vicios, como el alcohol, las drogas, prostitución, para ocultar y acallar su vacio, y con su alma confundida destruir su vida y lo que esta a su alrededor.

¿Que hacer ante tal realidad?

Si el hombre no bebe agua y no recibe alimento su cuerpo se debilita y le llevara a la muerte física. El agua y el alimento son vitales para la sobrevivencia humana.

El alma se alimenta del conocimiento, de las ideas y de la imaginación, desarrolla habilidades y capacidades para satisfacción del yo, en gran porcentaje todos sus esfuerzos son para la supervivencia y satisfacción del cuerpo. Errada y perdida esta el alma sin relación con su creador.

El espíritu nos conecta con lo divino. La oración es el medio del espíritu para conectarnos con lo sobrenatural, con el todopoderoso, abre puertas insospechadas y trae respuestas inimaginadas. Jemer 33:3 “Clama a mi y yo te responderé, y te enseñare cosas grandes y ocultas que tu no conoces.”

Fuimos creados dependientes de el. Hechos 17:24-28 “El Dios que hizo el mundo y todas la cosas que en el hay,..ha hecho todo el linaje de los hombres para que habiten sobre la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos y los limites de su habitación, para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarlo, aunque ciertamente no está lejos de cada unos de nosotros. Porque en el vivimos, nos movemos y somos…porque linaje suyo somos”.
No podemos vivir apartado de el.

Y la primera oración espiritual que realizamos que nos conecta con Dios y restaura nuestra relación con el, fue cuando invocamos a su Hijo Jesucristo para nuestra salvación, reconociendo nuestra condición de pecador.

¿Has tomado conciencia de tu necesidad espiritual?
¿Has oído el clamor de tu espíritu?

El atender su voz te lleva a las bienaventuranzas de tu creador: "Bienaventurado los pobres en espíritu porque de ellos es el reino de los cielos, Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados, Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados".

Hechos 2:21 “ Y todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo.”

Dios proveyó en su amor restablecer con el hombre esa relación rota a través de nuestro Señor Jesucristo que quito el pecado del mundo y en su muerte en la cruz abrir un camino nuevo de comunicación con Dios nuestro padre para toda la eternidad, esta relación nos permite comenzar a conocerle y conocer su voluntad para nosotros. En Cristo hemos sido reconciliados.
Juan 3:16 “Porque de tal manera amo Dios al mundo que envió a su Hijo unigénito para que todo aquel que el cree no se pierda, sino que tenga vida eterna .Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por el.”

Dejamos de andar en tinieblas y oscuridad, entramos al reino de su luz.

Al tomar esta decisión cada uno de nosotros se convirtió en una nueva persona, con un nuevo destino, lo que conlleva un nuevo estilo de vida donde la oración se transforma en una necesidad vital para todo aquel que quiera crecer en su vida espiritual y su relación con Dios, y no volver a los rudimentos del mundo o volver a esclavitudes religiosas de las cuales el nos rescato, pan que no nutre y agua que no sacia la sed, sino ser edificados en la VIDA de aquel que nos salvo y nos llamo a una vida santa, consagrada para el.
LA ORACION ES UNA NECESIDAD VITAL PARA TODO CREYENTE